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lunes, 11 de junio de 2007

Hemingway y Adiós a las Armas

Sin duda fue un film que logró impactar nuestro sentimiento de niños con instinto pacifista y sabedores del uso mortífero de las armas, por ello, un título tan acertado no movía sino a la simpatía, tuvo que pasar mucho tiempo para enterarnos que el autor de la novela la escribió en sus 29 años en Cayo Hueso donde encontró un lugar tranquilo y solitario apto para la pesca y la natación. Se había recién casado con su segunda esposa Pauline. Poco tiempo le duró la tranquilidad pues pronto viajarían a Piggot, Arkansas para visitar a los Pfeiffer padres y pariente de la esposa, y esperar el nacimiento de Patrick al que Ernest llamaría Mousie que nació por cesárea, tras una corta pausa reanudó la escritura del manuscrito y se adentró en unas interminables correcciones, fue de regreso a Cayo Hueso donde recibió la noticia del disparo de revolver por mano propia que había terminado con la vida de su padre. En su testamento Hemingway padre había pedido guardar la Smith and Wesson del suicidio que había pertenecido a su padre. Pauline y Ernest se pasaron viajando de Miami a París, a España donde como siempre participaría de corrida de toros en Huesca, Lérida y Tarragona, en Valencia y Santiago de Compostela, fue en éstas circunstancias que se publicó Adiós a las Armas, la obra que se había venido publicando en Scribner´s Magazine por entregas. Se cuenta que las últimas páginas de su obra, las reescribió 39 veces, el éxito fue enorme superó a la anterior Fiesta, que le había proporcionado mucho dinero. En pocas semanas se habían vendido 28 mil ejemplares, a los 4 meses, 80 mil ejemplares, con incidentes en medio como la prohibición de ser vendida en Boston cuyo jefe de policía estaba en contra de la publicación como Mussolini que estimó que la novela era inmoral, derrotista y antipatriótica. Muchos consideran que Adiós a las armas, es la obra maestra de Hemingway, en parte es su autobiografía en que relata su idilio con la enfermera del hospital de Milán. Se publicó pocas semanas antes del crack de Wall Street que sacudió al mundo financiero, puesto que habría un periodo de orgía especulativa de incertidumbre más tenso y preocupante que los emergentes de la guerra. Observando lo que pasaba en Estados Unidos, como resultado de la gran depresión que sucedió a la especulación e inflación desenfrenada, Ernest escribió un nuevo libro Muerte en la tarde. De la vida más o menos intensa que llevaron en Francia y España los esposos regresaron a Cayo Hueso donde vivieron el 1930 en que no pasó nada importante, sin descuidar sus borradores de Muerte en la Tarde, pero ésta es otra historia.