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viernes, 1 de julio de 2011

Dios mío! aprender a ver tu gracia en todas las cosas, en el firmamento, la natura, la sonrisa de los nietos, el amor de los hijos, en la noticia y en los hombres de hoy

Ahora, en este nuevo momento de dificultades, y sobre todo desde que el mismo Fidel Castro en persona, el mismo del Cuartel Moncada, el mismo del Granma, el mismito de la Sierra Maestra, el gigante de siempre, vino a anunciarme la dura noticia del hallazgo cancerígeno, comencé a pedirle a mi señor Jesús, al Dios de mis padres, diría Simón Bolívar; al manto de la Virgen, diría mi madre Elena; a los espíritus de la sabana, diría Florentino Coronado; para que me concedieran la posibilidad de hablarles, no desde otro sendero abismal, no desde una oscura caverna o una noche sin estrellas. Ahora quería hablarles desde este camino empinado por donde siento que voy saliendo ya de otro abismo. Ahora quería hablarles con el sol del amanecer que siento me ilumina. Creo que lo hemos logrado. ¡Gracias, Dios mío! 


Hugo Chávez desde su lecho de enfermo de un cáncer mortal en La Habana se confiesa con los venezolanos. con todos los mortales. se confiesa a Dios, a quién tanto ofendió al ofender a su Iglesia.

miércoles, 29 de junio de 2011

cuando nuestro espíritu se siente atribulado.cuando parece que la Fe se esfuma están los Salmos con toda su grandeza. verdadero bálsamo para el alma atribulada




Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Más adelante el salmista continua:
Gustad y ved que bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Todos los santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

Gustar, deleitar, paladear, al Señor en su gran misericordia, esta es la experiencia de este hombre creyente que confía plenamente en la bondad de Yahvé. Con él lo tiene todo.

Encontramos en estas líneas una aproximación a las palabras de María, otra de los “pobres de Yahvé, en su canto del Magnificat. Seguro que ella había rezado muchas veces este salmo y sus palabras quedaron en su subconsciente de tal manera que luego las hace suyas cuando dice: “Proclama mi alma la grandeza del Señor… a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos”.

Rezar pausadamente este salmo 33, de gran riqueza, nos llena de confianza en los momentos difíciles por los cuales todos pasamos, y de alegría cuando las cosas nos van bien. En lo bueno y en lo malo de la vida somos del Señor, él está no a nuestro lado sino dentro de nosotros. No seremos castigados si nos acogemos a él