M.A. en efecto el 6 de febrero de 1981, a las 13.00 hs. se presentaron en mi domicilio dos suboficiales del ejército de uniforme militar. "Nuestro General García desea hablar con usted y hemos venido a llevarlo" luego de almorzar muy a la carrera tomé un taxi y me fui con ellos al Palacio de Gobierno.
Más allá de analizar las causas de los golpes de estado militar y de los vínculos que tuvieron estos con posiciones hegemónicas de potencias extranjeras, lo importante de las comisiones de la verdad está precisamente en investigar y llegar a conclusiones sobre las violaciones a los derechos humanos, el esclarecimiento de las desapariciones forzadas y en el eventual castigo para los que participaron en estas situaciones.
M.A. Aguardé en Palacio junto a mi esposa Jenny Dabura más de tres horas. Impacientes preguntamos. "A qué se debe esta convocatoria" la respuesta cayó contundente: "Mi general no puede salir de Trinidad donde llueve torrencialmente. la orden que usted debe esperar" y Jenny tuvo que correr a casa y atender a nuestro cuatro hijos que llegaban de la escuela. Yo debía continuar a la espera en la pequeñísima habital del tercer piso donde me habían puesto una silla.
El propósito es realizar las labores de investigación en tres años, lo que parece un plazo adecuado para llegar a conclusiones, posiblemente, ante la previsión de que como en algunas otras comisiones no se eternicen en su trabajo sin llegar a resultados concretos.
M.A. Llegó la noche y no ocurrió nada. Algún edecán que me conocía me invitó a cenar con ellos en el comedor de oficiales donde sin embargo no pude hablar con nadie. Cerca de las 20.00 hs. me llevaron de Plaza Murillo a Sopocachi. Ya en una casa de seguridad, me encerraron en la celda que usaban los soldaditos para descansar en literas de tres pisos. Siempre con centinela armado, hasta que llegaron otros detenidos, dos, cinco, quince, 20 personas en una habitación de 15 metros. No era posible recostarse. Todos parados. Todos temerosos. Algunos beodos con uniforme.
La comisión de la verdad, seguramente, que tiene decenas de casos para investigar y en ese propósito deberá salvar barreras que hasta el momento resultaron infranqueables para la indagación. Uno de los grandes obstáculos para los trabajos de investigación está en las Fuerzas Armadas que guarda sus archivos con el mayor recelo.
M.A. Porqué había sido detenido? Nunca lo supe. A la medianoche fue llamado a "un interrogatorio con preguntas estúpidas. díga usted porqué cree que ha sido detenido?" y reconocí en el interrogador a un sacerdote de apellido Alarcón, pariente de los famosos Alarcón paramilitares de Cochabamba, capaces de los mayores crímenes, fanáticos anticomunistas.
M.A. Es que los niveles militares fueron herméticos. se manejaban con métodos de logias secretas. unos pocos conocían las decisiones del caudillo. sus órdenes eran acatadas así se tratase de asesinarlos, de herirlos o exiliarlos como en el caso mio, sin explicación y lo más grave sin motivo alguno que justificase entonces, mucho menos ahora la cruel decisión de cerrarle a uno, las puertas de su Patria, sin retorno, sin apelación. Oh. qué injusticia! qué atropello!
Si las comisiones de la verdad tienen la misión de lograr información sobre los hechos que permitieron la muerte de ciudadanos por las dictaduras militares, son los Estados a través de los gobiernos, los que deben impulsar estas acciones, que en todo caso, como se ha dicho muchas veces, no buscan revivir rencores o venganzas, sino por el contrario, el esclarecimiento de hechos históricos que al final de cuentas son importantes porque mediante ese conocimiento, es la misma democracia que se fortalece y consolida.
M.A. Nunca más pude volver a mi hogar. Nunca más a mi trabajo. Nunca más a mi Patria hasta que llegó la amnistía general e irrestricta, aunque entonces había quedado sin trabajo, sin casa, sin protección. Todo había quedado destruído.
No cabe duda que Bolivia es un país que marca algo emblemático en cuanto a los efectos negativos que significó en todo orden el establecimiento de gobiernos de facto militares, por el solo hecho de tener entre rejas al general Luis García Meza, uno de los presidentes militares que durante su régimen se cometieron graves atentados contra los derechos humanos.
M.A. El drama no concluye allí. Tras 30 años de exilio cuando en lugar de aplicar la Ley del Resarcimiento para las víctimas de la violencia política se responde a mi solicitud "no tiene derecho porque M.A. fue diputado del 2004 al 2009" aunque nunca exhibieron una papeleta de pago. Así marcha la injusticia del masismo. De ahí la importancia de una Comisión de la Verdad, que se extienda a las injusticias del Sistema Regente.
La investigación más profunda sobre los gobiernos militares y los secretos que aún son guardados, es una tarea pendiente, como ha hecho notar al Gobierno boliviano, el Comité de Derechos Humanos de la ONU.