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miércoles, 4 de abril de 2018

sorprendido de mis propias acciones, de hace menos de 70 años en Potosí, Bolivia. de haber sobrevivido completamente solo al frío, a la soledad, al cuasi abandono cuando mi padre Bernardino por cuestión de su salud tuvo que trasladarse a Sucre para recuperarse del primer infarto!

sin duda es bueno y es útil mirar atrás, para recoger lecciones de vida y quizá para mostrar a los que nos suceden inéditos senderos por los que recorrer con seguridad y con optimismo y con la esperanza de triunfar y de saber que otros, nuestros padres o abuelos la tuvieron muy difícil, pero lograron imponerse y remontar dificultades.

esto ocurrió algunos meses antes a que mi padre Bernardino Aira expirase en Sucre de un fulminante ataque al corazón de algo más de 50 años. había permanecido en Sucre a menos de tres metros de altura sobre el nivel del mar, de clima apasible y soportando un post ataque que le había dejado mal parado. bajar de los 4.000 y más metros de Potosí a Sucre, resultó positivo y al Cabo de algunos meses, se sintió con fuerzas y retomó la altura. regresó a la Villa Imperial para ordenar algunos asuntos, especialmente los económicos, sus aportes a la Cervecería 10 de Noviembre de la Familia Torres, Bernardino se hizo, según pude entenderlo del 50% de las acciones, su aporte personal, de cuidar la inversión y asegurarse que todo estaba en orden, lo convirtió en una especie de asalariado.
Todas las mananas muy tempranito abría la fábrica a los trabajadores y generalmente merendaba allí con Enriqueta, Augusto y sus hijos, administradores de la cervecería, que también producía refrescos.

su otra gran preocupación era el hijo menor, apenas cumplido 10 años vivía prácticamente solo, pues mis Hermanas Adela y Norah habían dejado el internado en el Colegio Santa Rosa. No puedo recordar bien, aunque sí la convivencia de ellas dos, mi padre y yo mismo en el departamento de la calle Bustillos esquina Ingavi, segundo piso. inscrito en el Colegio Franciscano recuerdo bien haberme preparado para la Primera Comunión, que recibí del Padre Faustino, alto, blancón, de un vozarrón que se dejaba oir en el templo contiguo. Comulgué junto a Salvador Dueri (todavía ando en busca de la fotografía, que me han dicho estaría en manos de Julito Dueri) y fue mi Padrino Juan Ortiz, gallego como mi padre aunque muy joven, a quién encontraría en Cochabamba, donde compró Las Vegas un restaurant bastante acreditado que administró por algunos años.

por aquellos dias de 1949 mi hermana Adela se casó con Jorge René Zelaya, locutor de Radio Internacional que fundara junto a Luis Camacho, Zelaya vivió un tiempo en la misma casa hasta mudarse con Adela, bien recuerdo a la calle La Paz, donde encontramos a la familia del Pollo Paz, me trasladé con ellos y entiendo que mi padre pagaba una pensión para que me tuvieran allí, hasta que Zelaya que trabajaba como funcionario de la flamante Caja Nacional de Seguridad Social fue trasladado a Oruro primero y luego a Uncía como responsable.

lo cierto es que Cuando mi padre volvió para seguir su rehabilitación después del primera infarto, estuve con él todos los dias, ordenó una buena pensión donde acudiría hasta dos veces por dia, por tiempo indefinido, y pidió a mi hermana Norah que me consiguiese una vivienda que él pagaría durante su ausencia pues planeaba regresar a Sucre por su salud. de modo que sin Haber cumplido los once, vivía en la calle La Paz en una habitación bien pintada y tenía una pensión en calle Bustillo y acudía al Colegio cuidando yo mismo de mi ropa, de mi aseo, de mi economía. no puedo precisar cómo, exactamente, sólo sé que a tan temprana edad, me las podía arreglar hasta que la noticia de la muerte de Bernardino Aira, en los primeros meses de 1949 nos reunió a los tres hermanos en Potosí y salimos de viaje a Sucre. un viaje del que no regresé a Potosí sino algo más de cinco años despues.

una noche de invierno, había asistido a una función de cine doble y debía regresar a mi habitación en una casona inmensa, de muchos inquilinos, con una Puerta gruesa y pesada justamente en frente de una de las torres del cuartel del Regimiento Pérez, dos o tres cuadras distante del convento de San Agustín o iglesia de Santa Mónica...todo era silencio, y las luces, unos foquitos de mala muerte poco alumbraban las calles por las que caminaba, aterido de frío y de hambre. que si tenía miedo, claro especialmente a los borrachos, de modo que Cuando crucé con dos policías bien enfundados en sus ponchos, intercambiamos saludos "ya joven...recójase nomás ya. no es hora de andar por aquí" y sin decir nada, apresurar el paso. Cuando de pronto, la gruesa y pesada Puerta de calle cerrada. qué hacer! tocar del aldabón, una, dos, tres veces y nadie oía. por segunda vez, y por tercera, seguramente que pasó más de 40 minutos...la segunda ronda de carabineros se veía llegar..."qué hace aquí joven! y dar explicaciones, es que fui al cine Omiste, y yo vivo aquí, y porqué no tiene llave", ni se me había ocurrido pedirle al dueño de casa...hasta que al oir voces, los de adentro, me abrieron la Puerta en medio de protestas de enojo! hoy, todavía me admiro, cómo fue capaz de hacerlo solo, de sobrevivir entre tanta adversidad...poco después mi padre fallecía en el Hotel Londrés de la Capital de Bolivia.