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viernes, 2 de febrero de 2018

no creo en esas multitudes amorfas de empleados del Estado que contra pago extra se trasladan a las ciudades para mostrar apoyo al patrón, al que paga el transporte, la comida, la chicha y el alcohól. la misma muchedumbre que apoya a Evo por donde va, siempre de espaldas aunque cambie de poncho y de sombrero.

es fijo que a los violentos les va siempre mal. la historia está llena de ejemplo y en Bolivia tenemos lecciones muy duras de cómo las multitudes no siempre han sido leales, quize afirman "nunca han sido leales". un gran periodista Carlos Cervantes, espanol de origen ocupó la dirección de Radio Illimani, solía escribir editoriales muy sabrosas. recuerdo una "no creo en las multitudes" y citaba el primero de muchos, de aquella multitud que agolpada en las calles de Jerusálen, gritó a voz en cuello y levantó palmas "Es Cristo, Rey de Israel, loado sea", lo proclamó como a Rey y Cristo cabalgando en un asnillo sobre una alfombra de flores, respondía bendiciendo las aclamaciones. su ingreso a la capital de las tres religiones monoteístas de hoy, hizo temblar a los romanos que ocupaban abusivamente la Tierra Santa.

esa multitud que gritó "Viva Cristo Rey", fue la misma que pocos dias después, cuando Poncio Pilato el Gobernador Romano la convocó y ante la que mostró a Cristo coronado de espinas y flagelado correando sangre por todo el cuerpo, mostró también al criminal rabioso y preguntó a la multitud a quién doy libertad "A Cristo o a Barrabás?" y la muchedumbre enardecida, sedienta de sangre respondió a gritos "A Barrabas" y qué hago con Cristo? y la muchedumbre "crucifícale...crucifícale".

Carlos Cervantes repite "no creo en las multitudes" y refiere. el pueblo paceño reunido en Plaza Murillo daba por victorioso a Belzu después de tres dias de feroz revuelta en contra de Melgarejo el tirano tarateño que asolaba la República, desde el balcón contiguo a la Catedral, había oído decir que Mariano se entregaba rendido al poder de Belzu...salió a recibirlo (en realidad ingresó desde el balcón al salón presidencial con la intención de dar un abrazo al rendido) en aquel momento, sonó un disparo y Belzu cayó muerto, quién salió entonces al balcón fue Melgarejo que arengó a la multitud "Belzu ha muerto, quién vive ahora?" y una débil voz respondió ahí debajo "Melgarejo" y se agrandó: "Viva Melgarejo" y el tirano siguió gobernando anos más.

Cervantes adelantó un tercer ejemplo. en esta plaza (La Murillo del Palacio Quemado) obreros, campesinos y clase media aclaron a Gualquier Villarroel como "el Presidente, amigo de los pobres", miles solían reunirse para escuchar los discursos del joven militar...hasta que llegó el 21 de julio de 1946, la muchedumbre llenó en pocos minutos la plaza, algunos adelantados dieron muerte a Villarroel, lo ataron a una pita y arrojaron el cuerpo a la Plaza, allí otros soliviantados lo colgaron de un farol. "No creo en las multitudes, así son de traicioneras e inconsecuentes".