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lunes, 30 de abril de 2007

Conversaciones con uno mismo

Cuán hermosas meditaciones leía de joven. Recuerdo nuevamente aquel inolvidable librito "Gotas de Miel", que era como un rosío de tenue lluvia derramándose sobre el alma en una noche de calor. Nunca más volví a encontrar tal título, lo busqué en Argentina, en Río, en La Paz, y Cochabamba. Jaime Siles, se llama el ladrón que se quedó con mi libro y se marcho lejos de Bolivia llevándoselo consigo, y otros como los de Constancio Vigil. El hecho es que sus lecturas alimentaron mi programa de todas las noches, cinco veces por semana, durante cinco años. Del manantial de palabra que brotaban en la noche, conseguimos convertir (ciertamente por gracia del Señor y no por mérito propio) a varios ateos, descreídos, decepcionados de la vida, que escuchando encontraban consuelo, inspiración, luces en medio de las sombras. De esa inolvidable experiencia nació la idea de éste coloquio, y de las frases sueltas que hemos apuntado en todas partes, sin otro orden que la cronología de la vida. Alégrate, alma mía! En la prédica de hoy, durante la Misa (los días sábado en lugar de domingo, para los hispanohablantes) el sacerdote predicó sobre monseñor Oscar Romero, el arzobispo que fue asesinado en plena celebración de su ministerio allí en San Salvador. El padre dijo que dos cosas le habían impresionado al leer la biografía del "santo salvadoreño" su conversión a los 60 años al comprender el Evangelio de los Pobres y su devoción por la oración. Rezad! He aquí el poderoso instrumento de Dios para obrar milagros. He ahí el arma para derrotar a los más grandes enemigos nuestros.
En 19 de marzo de 1988

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