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miércoles, 2 de agosto de 2017

a los once y sólo en Potosí, a medianoche!

había terminado la última proyección en el Cine Hispano cerca de la medianoche, al salir de la sala ambientada por la presencia de cientos de asistentes, un frio penetrante se dejaba sentir...todo el mundo salía a empellones para llegar pronto a casa y meterse en cama, menos Mauricio a quien sus hermanas llamaban "Maurito" de forma abreviada.

Maurito no podía irse "a casa" sin antes pasar por la heladería, con al menos 3 grados centígrados y sin embargo los potosinos acostumbrados a un helado, con aquel frío y a la medianoche, acudían justo frente al Hispano, en calle Linares a comprar un helado de vainilla y chirimoya en una cubierta de galleta, al principio se sentía el frio de la golosina penetrando al cuerpo caliente, es decir a la temperatura medioambiente de unos 20 grados, luego vendría la reacción corporal y se dejaba de sentir el hielo y sí el cuerpo aceptaba el azúcar contenido en el dulce congelado.

munido de su helado, Mauro emprendió desde la Heladería Guerra el largo camino a "su domicilio" saludando a uno que otro conocido, ya nada sorprendidos por la presencia del menor, a la sazón de once anos, solo en el páramo de la ciudad de Potosí en pleno mes de abril, cuando ya se dejaba sentir la entrada del invierno que pocas semanas después traería consigo "la noche más fría del ano" esto es la Noche de San Juan.

del cine Hispano (propiedad de un espanol de apellido Izquierdo) a su vivienda el Niño recorrió a toda prisa unas 10 cuadras por la calle La Paz, pasando por vias totalmente desiertas y muy poco iluminadas por focos de cierta potencia que languidecían por una brisa tolerable. el temor por lo desconocido hacía presa de Maurito totalmente solo en la ciudad, con dos hermanas asentadas entonces en la ciudad de Oruro cientos de kilómetros distante, en un páramo aún más desolado que Potosí, en plena planicie que se ubica en medio de la Cordillera de Los Andes que se divide en dos macizos a cuatro mil o más metros de altura sobre el nivel del mar. aterido de frío y sin la ropa adecuada, con un chaleco de lana, sin guantes ni bufanda, ni gorro alguno, el solitario menor, para quién su hermana Norah había alquilado una habitación sin ventanas, pero confortable hasta donde se podía esperar en un caserón de la calle La Paz, casi esquina Omiste, o sea a un extremo de la ciudad, en la parte trasera del Cuartel del Regimiento Pérez que ocupaba tres o cuatro manzanos con la entrada principal hacia la calle Bustillos, a pocas cuadras del Cementerio, tenido por tenebroso y nada iluminado por el servicio eléctrico de la ciudad.

para entonces 1948 Potosí no tendría más de 30, 40 mil habitantes, unos pocos carabineros, o sea uniformados de la Policia que de dos en dos, patrullaban la ciudad. en efecto el menor cruzó su camino con dos de estos carabineros de ropa raída de un deslucido color verde que constituía su uniforme, armados de unos bastones que llevaban al cinto a modo de arma defensiva. tembloroso e inseguro, ensayando una sonrisa saludo a los policias más por cortesía "Hola, hola" y la respuesta "Hola, hola. qué haces a estas horas por esta calle desierta?" y la respuesta inmediata "voy a mi casa, después del cine" Ah está bien, apúrate, recomendaron a Maurito que oyó las campanas de Santa Mónica un convento de monjas de clausura que todavía existe de las Agustinas y que está próximo al cuartel del Ejército. todo oscuro, todo frío, todo silencioso cuando llegó al enorme portón de la casona, que encontró cerrado. "le pusieron la aldaba" pensó para sí y se animó a golpear con la palma de las manos...aunque habiendo esperado quizá 10 minutos, nadie había respondido a los golpes.

buscó una piedra y golpeó con ella la pesada puerta de madera con pernos metálicos totalmente oxidados...y la respuesta fue nada...volvió a golpear despues de una pausa algo menor...y temeroso de un grupo de borrachos tres que caminaban en sentido contrario, como dirigiéndose al centro de la ciudad...hablaban entre ellos y miraron de reojo, cuando Mauro trataba de rebajar de tamano para hacerse invisible ante los ebrios, por una mezcla de temor y precaución..nada. los trasnochadores no se apercibieron casi de la presencia del "chico" al amanecer de aquel dia lunes.

hacia la calle La Paz, tan extendida como la Bustillos la casona en que habitaba nuestro protagonista, habia una diminuta ventana, bastante alta a la que se atrevió a arrojar algunos pedrines, en un tímido gesto de dejarse oir por los inquilinos que tenían allí mismo su habitación. alguna gritó, "quién está golpeando la puerta!" y al responder "Soy yo Mauro el inquilino nuevo" respondieron "espera un momento" que se hizo largo, pero finalmente en medio del frío y de la oscuridad, la puerta se abrió y pudo ingresar en medio de los acres reproches del "portero" al inmenso patio y llegar a su habitación con una puerta cerrada con un candado de mediano tamano cuya llave guardaba en un bolsillo.

sin una mamá que velase por él, a los once anos tenía al padre reponiéndose en el Hotel Londres de Sucre de un infarto. por recomendación médica no podía ascender de Sucre a Potosí, unos 800 o mil metros a mayor altura sobre el nivel del mar...por tanto no podía atender a su hijo menor por más que quisiera. el alimento lo recibía de una pensión en la calle Bustillo casi Ingavi donde acudía para almorzar todos los mediodias por recomendación de sus hermanas. en realidad "la casa paterna" era un cómodo departamento en un segundo piso, en plena esquina Bustillos Ingavi, aunque sus dos balcones pendían hacia la Ingavi, a muy baja altura, que con un salto se podía alcanzar...

pasó la noche fría y pasaron otras, Maurito levantado temprano acudía solo, a veces sin desayunar hasta su escuela, en realidad "el Colegio Franciscano" para intentar pasar clases como todos los otros ninos...no pasaría largo tiempo cuando le avisaron que "tu padre acaba de morir en Sucre", tus hermanas están en camino para recogerte. esta historia de la vida real, de un menor a los once, que vive solo, solo cuida su habitación, asiste a su escuela y acude a su pensión...en solitario.

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