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sábado, 29 de septiembre de 2007

Al amanecer de un Año Nuevo

Son las cuatro de la madrugada y ninguna ventana ha quedado con luz. En casa, nosotros dos, nos hemos dicho hasta mañana y cuando sonaron las doce campanadas nos habíamos dado el ósculo de paz y brindado sobriamente con una copa de champagne. Luego nos llamaron los hijos, cuatro de ellos, faltaron dos llamadas. Luego la infaltable televisión un film sobre Indonesia bastante depresivo para ser puesto en una noche de alegría, de optimismo. Variedades desde Francia con trasvestis, lo que no es recreativo ni dice bien de la tv francesa. Qué estímulo puede ser para nuestros jóvenes presentar muchos invertidos en ropas de mujer y todos repitiendo qué hermoso, qué artístico, qué lindura, etc. Un buen ejemplo que ilustra el -arte siempre oportunista de los parisinos- "hay que darle al público lo que quiere ver" y acto seguido condenan la droga, el alcohol, el vicio, el ocio y la violencia de los jóvenes. Algo de no entender, estimulan la rareza, el sexo, lo antinatural y luego se dan de golpes en el pecho por el efecto que estas distorsiones provocan en la sociedad.
Creo que éste año pasará muy pronto. En dias más partiré a Madrid y quedaré allí algunos meses hasta mayo. de regreso, tendré tres meses para reordenar mi economías, mis papeles. Ya dejé mi trabajo habitual con la Federación Nacional de Inmigrantes donde escrito los textos en español y asesoro a las organizaciones para su funcionamiento correcto. Ahora preparo otra etapa más de mi existencia.
Los hijos cada uno a lo suyo!, aunque desde Madrid no dejaré de escribirles tan a menudo me sea posible y estar siempre vigilante!

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