“vengan a mi los que están fatigados y agobiados, y yo les alivianaré... carguen con mi yugo y encontrarán descanso” (Mt 11,28-29).
Es una paradoja la invitación de Jesús a cargar con su “yugo”, una metáfora que nos puede recordar la esclavitud y dependencia. Nos asegura que Él nos aliviará, nos dará fuerza al llevar nuestro yugo, el cumplimiento de la voluntad de Dios. El nos dará su Espíritu.
Cristo nos invita a asumir el “yugo” y la “cruz” de cada día, pero nos dará su ayuda: “vengan a mi y yo les alivianaré... encontrarán descanso” Porque Él es “manso y humilde de corazón”.
Jesús manifiesta su preferencia a favor de los humildes y pequeños. Los pequeños los contrapone Jesús, a los “sabios y prudentes” (Mt 11,25). Se trata de la sabiduría y prudencia de este mundo o, como dice Pablo, “de la carne” (2Cor 1,12). Se refiere a la prudencia y sabiduría al servicio del egoísmo, la cual es distinta de la prudencia que Cristo recomendó y que siempre debe ir unida a la sencillez y humildad.
Cristo se alegra de que la gente sencilla de su pueblo, sabe captar los misterios del reino de Dios, los que quieren vivir de su palabra que “son espíritu y vida”. Los que se creen sabios dejan escapar lo más importante, porque creen saberlo todo y se fían de si mismos. A lo largo de los evangelios encontramos a los sencillos y humildes que reconocieron a Jesús de Nazaret como el Hijo de Dios, mientras que los escribas, letrados, fariseos no creyeron en Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario