escenarios para recordar y explicar
la "contrarevolución del 64" en la ciudad de La Paz
Miré el reloj las 9.45 de aquel día que significaría tanto en mi existencia. Tuve dificultades para coger un taxi y trasladarme hasta la calle Ayacucho y Potosí descendí rápidamente en medio del tráfico rabioso de todas las horas en pleno centro a menos de 100 metros de la Plaza Murillo motor de toda la actividad pública con 4 emblemáticos edificios. Palacio de Gobierno, Palacio Legislativo, Cancillería de la República, Prefectura del Departamento.
Del taxi frente al correo central, en una casona antigua que pertenecía a la Curia Eclesiástica por colindar con la Catedral Metropolina, habíamos conseguido instalar la Oficina de los Trabajadores de Radio, en el segundo piso, lo suficientemente amplia para albergar la Secretaría Permanente y una recepción minúscula en que instalamos algunos muebles. Era la primera oficina que Locutores y Operadores tenían. Subí las gradas de un tranco y llegado a la oficina antes de tomar siquiera asiento, la secretaria "han estado llamando de la Illimani quieren que vaya usted a reunirse con ellos" en efecto. Desde la emisora del Estado, en realidad contigua, situada a pocos pasos de allí, los trabajadores Mario Bayá, Jaime Silva, los operadores habían reclamado en forma urgente por la presencia de algún ejecutivo, en este caso, el único del Directorio que podía acudir era yo. Ni corto ni perezoso salí a la calle, subí algunos metros y ví que la puerta lateral derecha del Palacio de Gobierno, muy estrecha sobre la Ayacucho estaba entre abierta y que entraban varios y salían de inmediato con un fusil (de reducido tamaño) entre las manos. Yo hice lo propio, cogí un fusil de en medio de una caja, flamante y brilloso, digo de madera lustrosa. Dí, marcha atrás, sin siquiera saber si el arma tenía municiones y estaba en orden (advertir que nunca antes había tenido un fusil conmigo) de modo que sorprendido de mi propia acción, di marcha atrás y advertí en las puertas de la Illimani varios hombres armados de aquellos instrumentos que forzajeaban para ingresar, ante una reja cerrada con pesada cadena.
Repuesto de mi asombro, imposté la voz y exclamé. "A ver un poco de orden. Vamos a tomar la emisora yo vengo de la Federación de las Radios" y empecé a dar órdenes, encargando de la custodia de la puerta a 4 de los presentes, y a otros que ingresaran conmigo al interior. Previamente llamé con voz potente "Aló compañeros soy Mauricio Aira vengo de la Federación" de inmediato bajaron dos de ellos y me abrieron la reja. Otro grito, "a ver usted, levante una lista de todos los presente en este grupo (no debieron haber sido más de 15 o 20) vamos a realizar la operación en forma pacífica y aquí no se destruirá nada" Curioso. Todos obedecían en silencio y hacían lo que les pedía, mientras dije a los c.c. trabajadores "vayan saliendo que nadie les tocará un pelo", es que estaban todos atemorizados por los sucesos de esas horas.
Victor Paz Estenssoro había resuelto aquella mañana abandonar el Gobierno ante las señales claras de una subversión que implicaba a las Fuerzas Armas (o parte de ellas) y a la cabeza de la rebelión René Barrientos Ortuño, comandante de la Fuerza Aérea. En aquellos momentos en que "tomamos la Radio Illimani" los c.c. que me abrieron las puertas y ya adentro, también de un modo inopinado, sin pensarlo, me dirigí a la caseta de trasmisión y todavía con el fusil en el brazo derecho tomé el micrófono. "El Presidente Constitucional Paz Estenssoro embarcó en un avión de la Fuerza Aérea rumbo a Lima. El comandante en jefe de las FFAA, general Alfredo Obando Candia le ofreció protección y lo despidió en El Alto. Paz ha huído acompañado de parte de su Gabinete y de algunos amigos personales"
Luego impartí de modo propio algunas consignas. "Mantener la calma. Evitar la violencia" y a todas las emisoras que tomen cadena de Radio Illimani, desde aquí impartiremos las instrucciones pertinantes. Por el momento se suspenden todas las actividades públicas y privadas a la espera de los acontecimientos. Ahora que lo pienso, a más de 58 años de aquel suceso, no puedo creer que hubiese tenido tanto coraje, y tanto tacto de llamar a la tranquilidad cuando todo estaba exitado y todo estaba revuelto, como se comprobaría en las horas siguientes, en que Barrientos y Obando sustituyeron al Constitucional Paz Estenssoro y formaron un Gobierno De Facto, con los revoltosos.
Mi presencia de pronto a nivel nacional, foco de atención de los ciudadanos, más aún llamando a formar "una gran cadena nacional para acompañar los acontecimientos" y aceptando el cuadro de no existir gobierno en aquel momento, y llamando a mantener la calma, todo fue "un improntu" una reacción espontánea que mi manejo de los micrófonos y de las cadenas radiales, me había ido dictando de forma casi mecánica. Así proseguí al mando, creo yo varias horas, tantas que nunca pensé qué paso con el fusil, ni con la lista de los "tomadores de la Illimani" hasta que se apareció Juan Carlos Camacho, locutor de radio, con estudios de derecho, dueño de una estentórea y bien timbrada voz, director de la Radio Minera de Catavi y con lauros profesionales por su participación en los noticieros cinematográficos editados en Buenos Aires.
Se me presentó, se puso a mis órdenes (en mala hora) y me pidió usar de los micrófonos. No dudé un instante y trasmitió: "A partir de este instante Radio Illimani deja de llamarse tal y será Radio Universidad para dirigir las acciones revolucionarias en contra del MNR y de su Jefe que ha huído de Bolivia. Viva la Revolución...y (más cosas por el estilo) La presencia de Camacho me hizo perder autoridad y pronto todo cambió, Camacho con un criterio más politiquero impartía consignas políticas de clara intención. Romper con todo lo que era MNR y Paz Estenssoro y echar loas a las FFAA, cuyos líderes Barrientos y Obando se hacían del poder.
De allí en adelante poca precisión en mis recuerdos. Que trasmití todo el día, al parecer no había tomado alimento alguno y sin duda estaría agotado, ya que la tensión frente a un micrófono y saberse escuchado por muchos miles de oyentes, te deja exhausto, te agota y te exige un mayor esfuerzo. Recuerdo que abandoné Radio Illimani ya avanzada la noche y me fui al Hotel Sucre donde pedí una habitación, por cierto no tenía dinero y les dije que no pagaría. "No se preocupe Sr. Aira. Será una atención del Hotel. Hemos seguido su labor por la radio" Al día siguiente me constituí de nuevo en Radio Illimani, ahora Radio Universidad" Tomé los micrófonos y creo que seguí reclamando tranquilidad y formar una cadena de trasmisión" Recuerdo también en forma muy vaga que instalado sobre una máquina de escribir, otorgué "memorandums" a cuanta persona lo solicitaba para concurrir a su trabajo, sin ser molestada por "los revolucionarios" habrá firmado algunas decenas de estos papeles.
Recuerdo tambien que al segundo día, se presentó en la emisora, el teniente de aviación Mario Ortiz que por instrucciones del Mando Militar se hacía cargo de la Emisora. Mario a quién conocía por sus actividades como operador de un parlante (amplificación móvil) y que había sido asimilado como teniente me preguntó: "Mauricio. Qué quieres? dentro de la radio, y sólo atiné a decirle un tanto inseguro "Que se me nombre Jefe de Prensa", claro está que aquello nunca sucedió y mi paso por Radio Illimani y la salvación de los c.c. trabajadores había terminado. Los medios de entonces refirieron el episodio que nunca alcanzé a leer en forma íntegra.
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