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lunes, 13 de enero de 2014
nevando está
7 grados bajo cero. intensa calma
todo está oscuro en contraste con el blanco níveo
en noches como esta el Espíritu busca a Dios, Señor donde estás que no logro escuchar tu voz. dónde estoy yo, que mi voz se pierde en la noche oscura, nada se oye, todo es silencio mientras la nieve va cubriéndolo cual si fuera un enorme manto tan extendido que la vista se pierde y se confunde con el negro profundo de un cielo que algunas horas antes mostró matices azules y claros. la visión fue fugaz, de algunos minutos y por momentos la esperanza de sol, avivó nuestra mente, y con ella la esperanza del término de 60 días con lluvia permanente, copiosa, desconocida.
estudiante de Don Bosco, conocí la historia de un joven interno Domingo Savio, cuya santidad consistió en aceptar la voluntad divina con alegría. "Domingo nunca se quejaba del mal tiempo, siempre estaba sonriente, aceptando silencioso las cosas como son" y en verdad si Domingo Savio llegó a los altares y la Iglesia lo proclamó santo después de muchos años de fallecido a los 16, es el más joven de todos los que conocemos en la Corte Celestial.
cuán lejos Señor estamos del sabio Savio, nosotros no podemos soslayar el tema del tiempo que si llueve, que si hace sol, que si el frío nos invade, o la nieve está cayendo...siempre el tiempo, talvez en la vana ilusión de aligerar su peso sobre nuestra vida y la influencia de vientos, calores y fríos sobre nuestros cuerpos camino de marchitarse, como las flores, cuando les pasa la lozanía y sus aromas se pierden.
por cierto, cuán lejos de la Santidad, si hasta llegamos a protestar contra el Cielo, por la muerte de nuestros seres queridos, por algunas carencias, y por algunos dolores que como a todo ser humano nos aquejan, nuestras protestas porque nuestros amigos más queridos están lejos, no podemos oir sus voces, ni estrechar sus manos, ni sentarnos a una misma mesa, reír con sus bromas, sufrir con sus penas...dónde están nuestros amigos Señor! porqué no los tenemos a la mano, como antes, como siempre, para no sentirnos solos?
y la nieve sigue cayendo, tres, cinco, siete milímetros y quién sabe cuánto más, los caminos están cubiertos y habremos de calzar botas y ropa muy abrigada para enfrentar la intemperie cruel, despiadada, inmisericorde con que azota nuestros rostros, y nuestros cuerpos y nuestra protesta por el mal tiempo, se perderá en la bruma. tan solo el tiempo, el paso cansino de las horas, mitigará el castigo con que la natura quiere recordarlos que somos mortales, débiles, incapaces de remontar el crudo invierno que nos abruma.
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