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sábado, 29 de agosto de 2015
la pregunta potente, aunque callada, desesperada y urgente es "dónde y cuándo surgirán seminaristas y oficiales" que nos librarán del monstruo que nos atormenta?
el feroz tirano, caudillo del pueblo al que sojuzgó durante decenios, las tenía todas a su favor, los uniformados le estaban sometidos, los empresarios le besaban los pies, los funcionarios públicos le lustraban sus pisos...nadie se atrevía a disputarle su poder...hasta que surgieron por ahí unos pocos
jóvenes altruístas dispuestos a matar al tirano a costa de la vida propia...
Trujillo se sentía dueño de vidas y haciendas. sus órdenes eran obedecidas ciegamente. toda la economía estaba a su alcance, los funcionarios eran probadamente dóciles. Trujillo era "el padrecito de la Patria" había que estarle agradecido y reconocido.
la reservamoral de República Dominicana estaba en su juventud, no eran unos jóvenes cualquiera, éstos eran una élite dentro de toda la juventud patria. eran estudiantes de Teología, por tanto sus motivaciones profundas y sus decisiones firmes.
testigos de la crueldad del Caudillo, de cómo abusaba de los funcionarios y cuando los había usado poco menos que los condenaba al ostracismo. Trujillo cambiaba de ministros, embajadores, directores y jefes de sus FFAA, como quién cambia calzetines. una cruel, inhumana, fuerza de seguridad hacía cumplir sus órdenes, las más estrictas e inmediatas. las víctimas de sus caprichos, de su perversidad sexual, de sus ambiciones y pasiones sin freno, estaban arrinconadas, mascullando su "desgracia"la de tener una hija o una esposa bonita que hubiese despertado el morbo del "padrecito de la patria", no pasaría mucho tiempo sin que las vírgenes sacrificadas en "la Fiesta del Chivo" estuviesen al borde de la locura, entregadas al vicio o simplemente "relagadas de la vida en sociedad".
dos grupos, los seminaristas y los militares jóvenes cuyas esposas fueron mancilladas, violadas y ultrajadas, muchas de ellas desvirginadas por el mismo "Generalísimo y padre de la patria", cada uno por su lado formularon un juramento de sangre "acabar con el tirano" y trabajaron febrilmente tras de su objetivo. no dejaron cabo suelto, estudiaron los movimientos rutinarios de Trujillo, sus medidas de seguridad, las rutas y los horarios que acostumbraba recorrer blindado por tres cordones de seguridad independientes y armados hasta los dientes.
los complotados no pasaron nunca de 20, 10 militares de uniforme y en pleno ejercicio de sus deberes, 10 seminaristas imbuídos del más sano patriotismo que dejaron sobre el altar de su juramento la voluntad de morir para permitir que los dominicanos tuviesen la Libertad que les era extraña. cada equipo de conspiradores realizó un trabajo de relojería ajustando su mecanismo para que nada pueda fallar en el momento de apretar el gatillo y dar muerte al criminal, al tirano, al presidente 10 veces vuelto a elegir por sus seguidores, "incondicionales de la dictadura" más secante y criminal que se había encaramado en el poder del país centroamericano".
nada podía oponer a la decisión tomada, seminaristas y oficiales coordinaban sólo en lo más imprescindible. no se conocían unos a otros, aunque sabían que detrás de la misión de cada uno, existía el reemplazante, que en caso necesario habría de tomar el puesto asignado. estudiaron varias decenas de planes que iban siendo desechados al acusar alguna falla. pronto no quedaron sino tres alternativas que el liderazgo de la operación "muerte al tirano" había dado por factibles. tres fechas diferentes, tres rutas y por tanto tres estrategias elegidas. alguna de estas tres daría resultado y terminaría acribillando a Leonidas Rafael Trujillo.
ya todos saben hoy, que los 20 amotinados lograron su objetivo, terminaron con la existencia del "padrecito de la patria" como solía hacerse llamar. los miles de hombres y mujeres que murieron a manos de sus esbirros fueron vengados. la Justicia se cobró perforando de plomo el cuerpo maltrecho y nido de enfermeades sin cuento, especialmente de las llamadas venéreas que contagiaba a sus inocentes víctimas del ultraje sexual al que las sometía diariamente en el paroxismo de la vesanía más cruel y despiadada.
esos "jóvenes, alguno de ellos murieron en el intento o poco después en la feroz carnicería que el hijo de Trujillo desató" entregaron su vida por el ideal libertario lo que lograron plenamente, devolviendo a la República Dominicana el cauce normal de su existencia, mediante una serie de medidas democráticas hasta alcanzar los ideales colectivos.
en el caso boliviano, cuando leemos tanto desaliento, textos derrotistas y hasta de una incomprensible resignación a "dejar hacer" y permitir que sobre los hombros del pueblo prosiga sin pausa, la siembra de nabos, surge potente la inquisidora pregunta..."dónde están los 20 héroes que nos darán la Libertad que hoy la tenemos perdida?"
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