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miércoles, 29 de junio de 2011

cuando nuestro espíritu se siente atribulado.cuando parece que la Fe se esfuma están los Salmos con toda su grandeza. verdadero bálsamo para el alma atribulada




Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Más adelante el salmista continua:
Gustad y ved que bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Todos los santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

Gustar, deleitar, paladear, al Señor en su gran misericordia, esta es la experiencia de este hombre creyente que confía plenamente en la bondad de Yahvé. Con él lo tiene todo.

Encontramos en estas líneas una aproximación a las palabras de María, otra de los “pobres de Yahvé, en su canto del Magnificat. Seguro que ella había rezado muchas veces este salmo y sus palabras quedaron en su subconsciente de tal manera que luego las hace suyas cuando dice: “Proclama mi alma la grandeza del Señor… a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos”.

Rezar pausadamente este salmo 33, de gran riqueza, nos llena de confianza en los momentos difíciles por los cuales todos pasamos, y de alegría cuando las cosas nos van bien. En lo bueno y en lo malo de la vida somos del Señor, él está no a nuestro lado sino dentro de nosotros. No seremos castigados si nos acogemos a él

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