Aún hoy día, que lo rodea el caótico urbanismo de la villa, el cerro
de San Vicente destaca poderosamente en medio de la llanada por cuyo
centro remolonea el río Cabe. No es de extrañar que esta fortaleza
natural de altivas laderas fuese ocupada desde bastante antiguo. Los
ubicuos Plinio y Estrabón señalan en sus crónicas del tiempo de los
romanos que la tribu céltica de los Lemanos ya habitaba sus alturas y
templaba sus aceros con las aguas ferruginosas del citado curso fluvial.
Ambos, el monte fuerte y quienes lo habitaron, dieron origen al nombre
actual de la villa: Monforte de Lemos.
Cuando entras al batiburrillo urbano que es el Monforte actual, no
hay más que dirigirse a San Vicente para entenderlo. El importante otero
está rematado por el más importante conjunto monumental de la ciudad,
conservándose una parte importante del recinto amurallado, así como la
robusta torre del homenaje, verdadero icono de la urbe.
Los restos del
palacio, el pazo Condal que fue residencia de los condes de Monforte y
el Monasterios de San Vicente do Pino constituyen un conjunto
considerado como joya del barroco gallego, donde se aposenta el muy
recomendable parador.
Desde sus alturas se contempla todo Monforte. En su mitad destaca una
enorme edificación, cuyas dimensiones y hechuras le otorgaron pronto el
sobrenombre del Escorial gallego. El Colegio de Nuestra Señora de
Antigua, una de las escasas muestras de estilo herreriano en toda
Galicia. Erigido bajo los auspicios del cardenal Rodrigo de Castro, el
más importante prócer monfortino, se inició en 1592, más el prelado
murió antes de verlo concluido. Es conocido como el Colegio del Cardenal
o La Compañía, al regentarlo durante siglo y medio los jesuitas. Junto a
su estilo, destaca una importante pinacoteca que cuenta con varios
grecos.
En la trasera del monumento divaga el Cabe, flanqueado por un cuidado
parque y, aguas arriba, cruzado por el puente medieval, en la parte más
interesante de la urbe. En ella destaca el convento de las Clarisas,
que es uno de los más importantes museos de Arte Sacro de España, y el
convento de A Regoa, justo bajo la muralla. De nuevo al pie del cerro,
en su lado norte se ubica el Museo del Ferrocarril, que conserva una de
las últimas plataformas circulares de cambio de vía. En la otra parte de
Monforte, en las cercanías de la carretera de Ponferrada, el Pazo
Muiños de Antero enseña su peculiar sistema de seguridad; no en vano era
centro de recaudación de impuestos y rentas del tabaco.
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