llegué allí mirando a todos lados, el patio se veía agigantado, creo que en realidad era más chico, galería en todo el primer piso y loza por todas partes, en medio una pileta de piedra y su fuente que nunca dejó de brotar aunque por momentos la pila se hacía débil, allí solíamos tomar nuestra cuota de agua fresca, al no existir tuberías en los departamentos. sin equívocos estoy en la casa de la familia Peñaranda (parientes de Enrique que fuera presidente de Bolivia después de la Guerra del Chaco 1932 - 35 Bolivia Paraguay) y totalmente renovada la casa situada sobre la calle Bustillo esquina Ingavi, a la puerta Almacenes BIS (Belisario Iporre Salinas, comerciante que murió pronto dejando a su esposa Raquel Castro y dos hijas mujeres).
de alguna manera me enteré del acontecimiento y quize conocer (reconocer) la casa donde transcurrió parte de mi niñez con mi padre, quien me tomó bajo su responsabilidad al morir mi madre Manuela Flores de Reyes (apellido compuesto) por el año 1943, esto es cuando tenía 5 y una hermanita menor Mary Luz que murió de meningitis en Sucre en 1950 en el Hospital San Juan de Dios.
de pie en la puerta de calle, con algunos amigos, sentí que de lejos me gritaban "Mauricio...Mauricio" eran los dueños de casa y me puse a recordar a los inquilinos del segundo piso, en la esquina de la casa con balcones hacia la calle Bustillo, la familia Quezada Martínez, él don Carlos Contralor Departamental, ella tarijeña blancona, simpática y sus hijas Melba, Martha, Teresa y dos varones Luis y Carlos todos menores...luego una habitación siempre cerraba destinada a los propietarios que vivían en La Paz y llegaban de cuando en vez, en la esquina opuesta Blanca Martínez, hermana mayor de la madre de los 5, profesora, pelirroja, blanca y graciosa, de voz gruesa, cómo la mente puede recordar tantos detalles, admirable.
en el corredor que llevaba a nuestro departamento de 4 habitaciones, vivía doña Isabel ya mayor, costurera acompañada por su nieta Victoria quién se hizo monja de clausura en Santa Mónica pero que solía venir a acompañar a su abuela los fines de semana, dos o tres inquilinos más, una familia de apellido Aquino (también tarijeños) y nosotros mi padre Bernardino, mis dos hermanas Adela Aira Mendieta (la madre aposentada en Rio Mulatos, pero que ya no existía) y Norah Aira Flores ella sí hermana de padre y madre, la única que tuvo un afecto especial por mi persona y que ha dejado 6 hijos: José, Bernardino, Ronald y Marcelo y Wilma (que vive en Virginia, USA) y Judith casada con tres hijos en La Paz.
sucedieron los discursos y me pidieron hablar: "venero esta casa donde pasé parte de mi niñez, porque aquí en este patio reunía a mis amigos del barrio y hacíamos de todo, como jugar con el agua de la pileta y escondernos en el segundo patio y en el corral" (el corral era el excusado, con un cuartito pequeño que tenía una cortina de cotense (tela para envolver comestibles gruesa y tosca), un hueco en el piso para defecar, olía siempre a orines porque no había agua para dejar correr los desechos...y la mayoría deponía en el suelo y se limpiaba con piedritas. increíble, aunque mi padre mandó a construir un baño con una taza de loza blanca, y un balde que colgaba a lo alto con agua para vaciar la taza. este baño estaba reservado para la familia Quezada Martínez y Aira Flores, el resto al "toallet del segundo patio". También estaba la familia de Iporre Salinas, cuyo suegro ya ancianito de apellido Castro vivía con el hijo René, bien parecido y siempre elegante en el segundo piso del segundo patio, de muy difícil acceso, en realidad una escalera de madera de dudosa seguridad.
terminado mi "discurso de algunos minutos" muchos vinieron a saludarme, una tras otros y darme de abrazos, "te acuerdas de mi soy Cabrera... soy Claure, Soy Rojas, soy Cuba, soy Gómez" creo que habrán sido unos 30, algunos rostros pude reconstruir de cuando eran niños y creo que me emocioné y lloré con ellos, comimos y bebimos y recordé al segundo propietario, un cocani (vendedor de coca), dueño de otra casa enfrente y de un almacén medio vacío de abarrotes y herramientas mineras como picos y palas, carretillas y azadones. No recuerdo el apellido, pero fue quién al morir mi padre y permitirnos seguir viviendo en el departamento cuyos balcones daban a la calle Ingavi, perpendicular a la Bustillo por algún tiempo más, lo que convino con mi hermana Adela ya casada con un locutor de Radio Internacional Jorge René Zelaya de origen sucrense, hasta que cuando volví de Sucre en alguna de mis vacaciones de fin de año me notificó que viviría en una habitación, la de la profesora tarijeña donde trasladé una cama, algunos muebles, todo lo que pude y el resto mis hermanas vendieron, regalaron, tiraron a la basura, yo no sé. el mismo propietario en otra ocasión me desalojó a una habitación minúscula, debajo de uno de los balcones hacia la Ingavi donde viví en la pobreza más extrema hasta cuando me trasladé a La Paz para trabajar en Radio Amauta a las órdenes de un gran periodista don Jenaro Saavedra Pérez, quién se merece otro artículo.
terminó la fiesta antes de despertar en esta gélida Escandinavia con 8 grados bajo cero, y la nieve cayendo con majestad, intermitente y paralizante...y dejando atrás la casona militar de la Bustillos en Potosí, y a los amigos sin rostro que me acompañaron en la celebración de su restauración.
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lunes, 12 de febrero de 2018
situada en calle Bustillos esquina Ingavi, la casona típicamente colonial había sido reconstruída y los nuevos propietarios convocaron a los antiguos inquilinos para recordar, rememorar viejos tiempos, en mi caso los de mi niñes entre los 5 y los 11 años antes de la muerte de mi padre Bernardino Aira. esto ocurrió en Potosí, Bolivia
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